Nuevos retos para la abogacía: desaprender, aprender, reaprender

Nuevos retos para la abogacía: desaprender, aprender, reaprender

Hoy despido unas vacaciones en las que he podido disfrutar de retos deportivos, naturaleza, familia, amigos, reflexión y descanso. Y con esa sensación de haberme cuidado mucho y de haber recargado la energía necesaria para recibir septiembre bien equipada para la vuelta a casa, retomar el trabajo y afrontar el nuevo año judicial con fuerzas renovadas. Para los abogados, el año comienza en el mes de septiembre y, aunque también me dedico a otros menesteres, y por costumbre, sigo preparándome para el nuevo año judicial todos los meses de agosto de los últimos 30.

Primero quiero hacer una confesión sobre mis vacaciones y contaros los que yo llamo “Momentos Extraordinarios”:

• No he abierto Netflix desde hace más de un mes; tampoco Twitter.
• He dejado de seguir por Instagram a personas que se han encargado de bombardear a diario con información para vender sus productos o servicios.
• He dedicado tiempo de calidad a familia y amigos.
• Me he inscrito en la Lista Robinson.
• He disfrutado de lo que significa “no hacer nada interesante”, sin juzgarme por ello.
• He vuelto a leer periódicos de papel, ensuciándome de tinta las piernas llenas de protector solar.
• He leído más libros (no relacionados con la profesión) que en el último año.
• También he bebido más cerveza que nunca (no soy cervecera, pero debido al calor he sucumbido a la tentación).
• Sorprendentemente, he hecho el Camino de Santiago con etapas diarias de más de 28km cuando no daba un euro por hacerlo a 5 días del comienzo ya que me quedé sin energía, fatigada y con forma física nivel 0.
• He dedicado tiempo de calidad a tres personas mayores a las que se les dibuja una sonrisa sostenida cuando estoy con ellas.
• He dedicado tiempo de calidad a dos personas jóvenes que también tienen sus problemas y a las que también se les dibuja esa sonrisa universal.

Leyendo ayer el fantástico post de mi maestra y admirada compañera Anna Marra (quien me enseñó lo que es ser abogada divergente), en el que habla de Jim Kwik y de la nueva abogada verde (Hulka) de la serie de Disney+, conecté con una gran reflexión, que me llevo de estas semanas de descanso, relacionada con mis propósitos y motivaciones para los próximos meses, no sin antes dar las gracias públicamente a las compañías comercializadoras de luz que se han encargado de romper el hechizo de cada momento de calma con sus insistentes llamadas para convencerme de sus ofertas.

El cambio de paradigma: desarrollo de nuevas competencias

Creo que no es necesario decir que la abogacía está experimentando en los últimos años un cambio de paradigma, especialmente desde el comienzo de la pandemia del Covid, motivado por el entorno cambiante en el que nos encontramos, que, creo, ha llegado para quedarse.

Antes de la pandemia, abogados y abogadas cumplían horarios extenuantes (como ahora) sentados en el sillón de su despacho y volviendo tarde a casa con la mente puesta en la demanda, el contrato o el caso del cliente. No utilizaban su ordenador más que para escribir y consultar jurisprudencia o cualquier tema por internet, sin hacer uso de ese agujerito de la cámara que hay en la parte superior de la pantalla y que en estos últimos dos años y medio nos ha permitido conectar con el mundo, los clientes, hacer cursos, talleres, asistir a congresos y conferencias y soplar velas con compañeros, amigos y familiares.

Recuerdo que hace más de 7 años mantenía reuniones con mis clientes via Skype para hacer una sesión de coaching desde países diferentes y, mis compañeras abogadas, se sorprendían por esa forma de trabajar poniendo cara de extrañeza y no imaginando que algún día (corto plazo) serían ellas las que mantendrían conversaciones virtuales, reuniones, consultas, vistas, etc. con clientes y otros compañeros. Por eso siempre digo “bendita pandemia” (y solo por este cambio) que ha revolucionado el sector legal a la velocidad del rayo y, en pocos meses, lo ha colocado a la altura de otros sectores que tecnológicamente estaban mucho más avanzados.

Tras ese rápido proceso de digitalización del sector legal, que ha producido como efecto colateral la falta de desconexión del abogado con los asuntos y clientes fuera de la jornada normal de trabajo e incluso en días festivos, ahora toca aplicarse para no caer en los mismos errores de los últimos meses y detenerse unos minutos a pensar y decidir ¿Qué tengo que aprender para mejorar mi productividad y con ello conseguir sentirme mejor y aumentar mi bienestar?

Foto de cottonbro: https://www.pexels.com

La digitalización ha puesto patas arriba al sector legal, al que le hacía mucha falta la adaptación al cambio y evolución tecnológica que otros sectores habían conseguido hace años.

La inmersión de los abogados y abogadas en el mundo digital ha sido total y ello ha generado nuevas necesidades y consiguientes capacidades a desarrollar para facilitar esa adaptación: nuevas habilidades para gestionar la información y el tiempo, la comunicación personal y virtual, las emociones y el estrés; todo ello para procurar que el bienestar que tanto necesitamos para conseguir nuestro equilibrio físico y mental se mantenga durante el nuevo año judicial tras el descanso estival. Sin ello, la productividad bajará a lo largo de los meses, y aparecerá la fatiga profesional que nos llevará inevitablemente a hacernos estas preguntas el próximo verano: ¿Qué es lo que no estoy haciendo bien? ¿Cómo cuidarme más? ¿Cómo gestionar mejor mi tiempo para no tener ansiedad?

Todos los cambios han llegado demasiado rápido y muchos abogados se han quedado en el camino “tecnológicamente hablando” porque, bien se han negado a aprender, bien no han conseguido adaptarse a la velocidad que han exigido las circunstancias. Una amplia mayoría no tienen a ayuda para gestionar sus correos, agenda, comunicaciones, etc.

Durante los últimos 20 meses he escuchado a cientos de abogados quejarse y pensar en tirar la toalla por el cambio tecnológico y por lo que ha cambiado la profesión. A diario escucho comentarios de compañeros que manifiestan no poder con tantas opciones de comunicación con los clientes como el correo electrónico, WhatsApp, Telegram y demás redes sociales, horarios imposibles, reclamación de honorarios, etc. La avalancha de información que cada día nos llega, los plazos, la rápida necesidad de respuesta por parte del cliente y la incesante cantidad de información que hay que gestionar hacen que nuestro cerebro se colapse con demasiada frecuencia y ello lleve al “burnout”.

Conectando de nuevo con el post publicado por Anna Marra titulado “El Legal Project Management, la Nasa y los superpoderes” , que te recomiendo leer, comparto la idea de que el Legal Project Management engloba todo lo que un abogado debe saber y conocer para gestionar mejor sus capacidades y por tanto, su tiempo. Para ser más productivo y con ello, mejorar su bienestar. Doy fe de lo que digo porque me certifiqué en Legal Project Management hace ya 5 años, siendo Anna directora del programa y mi profesora en el IE.

Y ahora toca hablar de los superpoderes que los abogados tenemos y de los que no somos conscientes hasta que no nos ponemos frente al espejo o alguien nos refleja lo que proyectamos a los demás. Algo está cambiando cuando hasta la factoría Marvel y Disney+ apuestan por una serie en la que la protagonista es verde, tiene superpoderes y es abogada. ¡Cuántas veces me he sentido así! Incluyo lo de ser/sentirme en ocasiones verde o hasta de color purpura.

Esos superpoderes, pueden ser evidentes o estar en el interior de cada uno de nosotros sin que nos atrevamos a sacarlos a la luz por miedos, creencias o cualquier otro bloqueo que nos impide ponernos en acción para dejar de quejarnos y cambiar nuestra realidad. Me refiero a esos miedos a hacer algo diferente (divergente) a lo que siempre has hecho, a lo que siempre se ha esperado de ti, a lo que debería ser o lo que no deberías hacer. En definitiva, a lo que crees que la sociedad o la gente espera de ti.

Según el Word Economic Fórum, en 2025 el 52 % de los puestos que existen actualmente serán desempeñados por máquinas. El sector legal también se verá afectado y por ello:

– Aparecerán nuevos puestos de trabajo.
-Estaremos obligados a abandonar el 52% de los trabajos actuales por su desaparición.
-Tendremos que desarrollar nuevas habilidades
-Algunas habilidades quedarán obsoletas con tendencia a la extinción.

Volviendo a la pandemia, otra cosa que nos ha obligado a hacer es a reformular nuestra forma de aprender, desaprender y reaprender. “Aprender a aprender” es una de las cuatro competencias (junto con el coeficiente de adaptabilidad, la inteligencia emocional y la agilidad para liderar) para el futuro absolutamente necesarias y que todo abogado debe desarrollar. La premisa es que te guste aprender y desaprender (más doloroso), y que sepas hacerlo de forma que no te lleve un tiempo imposible de obtener y la angustia de no llegar por no poder leerlo todo, aprenderlo todo y hacerlo todo perfectamente. Es hacerlo de forma excelente y no de forma exigente.

Las cuatro competencias me parecen muy importantes y necesarias, pero tengo debilidad por la agilidad para aprender (aprender a aprender) porque sin ella, desde mi punto de vista, las demás no serían posibles de forma absoluta. Nadie nace aprendido ya sea para adaptarse, ser inteligente emocionalmente o liderar con agilidad. Por ello, aprender y reformular la forma en que aprendemos dependiendo del contexto y circunstancias que toque vivir, se antoja una necesidad para la abogacía.

Estoy segura de que estarás preguntándote: vale, pero ¿ cómo se aprende a aprender?

Lo primero de todo, conociéndote y después, aprendiendo a organizarte y a encontrar tiempo de calidad que esté orientado a tu estilo preferido de aprendizaje. Hoy tenemos más información de la deseada, más que nunca, y un mundo que se ha diseñado para reclamar constantemente nuestra atención. Aprender a aprender será una ventaja competitiva para los abogados y abogadas que quieran estar al día, adaptándose al mundo actual, con inteligencia emocional y habilidades de liderazgo.

Uno de mis propósitos para los próximos meses es ir dándote las claves, paso a paso, para que consigas aprender a aprender de manera que tu nueva capacidad te haga ser más competitivo en términos de productividad y bienestar.

Para abrir boca, te recomiendo que cambies uno o dos capítulos de la serie que estás viendo ahora por el video que te dejo aquí, para que conozcas mejor a Jim Kwik (el “niño del cerebro roto”) y puedas entender mejor lo que comento en este post.

Fuente: Youtube

Siempre estamos aprendiendo, ahora toca hacerlo de manera diferente ¿Estas preparado?